Ir al contenido principal

La reforma electoral tiene un nuevo aliento



Por Huberto D’Apresdieu y William Woods


Una de las principales lecciones que dejaron los resultados de la última elección federal, no solo para los analistas y estrategias políticos sino también para los ciudadanos, es que el actual sistema electoral conocido como “First Past the Post” no representa la realidad política del país. Este sistema permite elegir a un diputado(a) con el mayor número de votos (pero no necesariamente con la mayoría de estos).

Por ejemplo, el NDP obtuvo 24 escaños/sillas con un número total de votos que representan el 16% del total nacional, mientras que el Bloc Quebequense 32 escaños con solo un 7% del total de votos. El partido Conservador logró 121 escaños con el 33.2% de votos nacionales y el partido Liberal con el 32% de los votos alcanzó 57. Por otra parte, el único escaño obtenido por una candidata independiente se obtuvo con el 0.4% del voto.

Estos resultados pueden suscitar un sentimiento de frustración y muchas veces desencanto hacia nuestro sistema electoral. Muchos ciudadanos se preguntan ¿si esta manera de elegir a nuestro parlamento es justa o cómo puede haber tal discrepancia en la representación de los electores en el parlamento?

A lo largo de la historia política de nuestro país, varios líderes políticos han hecho un llamado para que se reforme el sistema, y se genere en consecuencia una mayor confianza por parte del electorado. ¿Porque el tema es importante? Veamos algunas de las principales razones:

La democracia solo puede mantenerse viva y dinámica cuando la ciudadanía tiene un interés y participa activamente en el proceso democrático. A lo largo de los años la participación ciudadana en el proceso electoral tiende a reducirse, no solo en Canada sino a nivel internacional. Ciertos grupos poblacionales, tienden a tener menos interés en el ejercicio del voto, en particular ciertas comunidades culturales o población más joven. En 2015 hubo un gran interés por parte de los jóvenes, quienes creyeron en la promesa del actual Primer Ministro que las elecciones de 2015 sería las en las que se utilizaría el método de la mayoría simple antes mencionado. Sin embargo, esta promesa lamentablemente no fue respetada.

Los resultados de las últimas elecciones demostraron que un partido que juegue un papel protagónico en una provincia, defendiendo y promoviendo los intereses particulares de esta, puede jugar un papel determinante en un Parlamento donde ningún partido tiene la mayoría de las sillas (170). 

El actual sistema electoral fue concebido en un momento en el que solo dos partidos políticos participaban del proceso electoral. Las probabilidades de tener cerca de 50% de los votos eran elevadas. Hoy, cuando se tienen entre 5 a 6 partidos políticos con probabilidades reales de obtener escaños, la probabilidad de que el candidato victorioso alcance el 50% + 1 es bastante baja. En muchas ocasiones el total de votos que obtuvo el candidato victorioso no representan la mayoría -respecto al total de votos depositados-, poniendo en duda su legitimidad, ya que en muchas ocasiones la votación alcanzada representa no más de un tercio de la población. 

El actual sistema de mayoría simple fue establecido en el siglo 19, momento en el que ampliar la representación local era fundamental para garantizar la unidad del país. Hoy, sin embrago, los o las diputados deben votar bajo las instrucciones del “Whip” de su partido (representante del líder del partido) y son pocas las ocasiones donde pueden votar libremente y en defensa de los intereses individuales de su población (que en muchas ocasiones difieren de aquellos del partido a nivel nacional).

Para que la democracia prospere debe existir confianza en el gobierno y las instituciones como el Parlamento, el sistema judicial y la función pública. Pero también es necesario contar con un sistema electoral que refleje la realidad política del país, especialmente en un Estado con un territorio tan grande como Canadá, y que permita que los ciudadanos confíen en el valor de su voto.

El Primer Ministro tiene una oportunidad importante de reestablecer la confianza ciudadana (en especial de los jóvenes) en el sistema electoral, al promover una reforma electoral en su próximo mandato. Esta sería igualmente una oportunidad para corregir una falla en el sistema parlamentario tomando las medidas necesarias para que el Parlamento sea realmente representativo de la diversidad política de Canadá.

Comentarios